viernes, 1 de abril de 2011

Respuestas a preguntas sobre: representaciones, conceptos, y creencias.

¿Aprender historia es más sencillo a través de las narraciones?, ¿Las narraciones, son necesarias en los niños pequeños?, ¿las narraciones abordan la historia desde una visión simplista?,  ¿Puede quedarse el estudiante con ideas erróneas que aparecen en las narraciones históricas que hace la literatura?
Considero que la narración es un mecanismo importante en el desarrollo lingüístico de todo ser humano. Desde pequeños intentamos contar a las personas que nos rodean historias, cuentos, narraciones, relatos, y este afán por contar pasa a formar parte de nuestra vida diaria.

El ejercicio de la narración persigue crear en el alumno la idea de la estructura planteamiento-nudo-desenlace y el desarrollo incipiente de los distintos elementos narrativos, tales como el narrador, el personaje, la acción, etc. Los ejercicios de carácter narrativo deberían estar encaminados a corregir los defectos estructurales y a la consecución de las tres virtudes propias del relato: claridad, concisión y  verosimilitud. El alumno debe hallar el placer de narrar una historia, y nuestra función es la de enseñarle unos cauces básicos, a partir de los cuales él pueda desarrollar su capacidad creadora.

Por otro lado las narraciones son necesarias en niños pequeños, porque hacen accesible el conocimiento o contenido que quizás visto de otra manera pudiera ser complejo, pero con la narración se dice de una manera sencilla, es utilizar la narrativa como el contar historias a los alumnos, logrando sobre todo en los más pequeños el despertar del interés cognitivo sobre un problema, situación o personajes. Las narraciones abordan la Historia desde una visión simple, se podría decir que sí, porque hace más simple algo que originalmente es complejo, aunque eso no quiere decir que le dé menos valor del que tiene, por el contrario le da sentido y hace comprensible la Historia.

La narración permite un discurso más pegado a la vida, a las vivencias, a la experiencia. También abriga con naturalidad a pensamientos, sentimientos y deseos. Esto supone un desafío a los modos de enseñar historia porque pone en cuestión a las clases repletas de conceptos y procedimientos ajenos y distantes y porque invita a hacer escuchar la voz de los maestros y profesores y la de los propios alumnos junto a las ideas que aportan los historiadores.  La reflexión anterior resulta relevante si se considera a la escuela como uno de los lugares donde niños  pueden expresar sus historias, construir su identidad en relación con las historias de otros, escribir su narración en relación con otros textos, contar frente a adultos que pueden escuchar sus historias y, en ese mismo espejo, reconocerse como parte de una comunidad. Es decir, se puede concebir a la escuela como un escenario privilegiado donde se produce un doble juego narrativo y de pensamiento.

La escuela puede ser el lugar para dejar correr y reconocer el relato de quienes asisten a ella y, a la vez, ser el lugar de transmisión cultural, es decir, el lugar donde los alumnos enlazan su propia historia con la cultura, donde dan sentido a su ensayo en el mundo y se configuran como futuros hacedores de su existencia y su humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario